¡Síguenos!El exmilitar Jair Bolsonaro ganó el domingo la presidencia de Brasil prometiendo mano dura a los brasileños hartos del crimen y la corrupción, en un giro dramático hacia la derecha de la mayor economía de Latinoamérica.
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Con más del 96 por ciento de los sufragios del balotaje computados por el tribunal electoral, Bolsonaro lograba un 55.5 por ciento de los votos, ya fuera del alcance de su rival izquierdista, Fernando Haddad, que tenía un 44.5 por ciento.
Vamos a respetar la Constitución, vamos a hacer un gobierno que coloque a Brasil en un lugar destacado", dijo Bolsonaro en su primer mensaje después de los resultados a través de Facebook, asegurando que cumplirá con sus promesas de campaña. "No podemos seguir coqueteando con el comunismo".
Poco después, tomó la mano de un pastor evangélico para orar en una improvisada ceremonia, en la que el religioso lanzó una plegaria y elogios a Bolsonaro, quien aseguró tiene una "misión de Dios".
Miles festejaban en las calles de Río de Janeiro su victoria, después de una jornada electoral sin sobresaltos.
El repentino salto de Bolsonaro fue impulsado por el rechazo al izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) que dirigió a Brasil durante 13 de los últimos 15 años y fue desbancado hace dos años en medio de la peor recesión y el mayor escándalo de sobornos y corrupción en la historia del país.
Haddad se había postulado en representación del encarcelado fundador del PT y expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Aunque en los últimos días acortó un poco la brecha con su contrincante, no fue suficiente para complicar a Bolsonaro.
A muchos brasileños les preocupa que Bolsonaro, un admirador de la dictadura militar de 1964-1985 y defensor de su uso de la tortura contra opositores de izquierda, pisoteé los derechos humanos, limite las libertades civiles y restrinja la libertad de expresión.
El legislador, de 63 años, ha prometido combatir el crimen en las ciudades y el cinturón agrícola de Brasil dándole a la policía más autonomía para abrir fuego contra delincuentes armados y modificando las leyes a fin de permitir que los brasileños compren armas, una demanda de uno de sus mayores partidarios, el poderoso lobby de los agricultores.
En un discurso televisado, Bolsonaro dijo que pacificará al país, pero aclaró que su gobierno será democrático y defenderá la libertad de los ciudadanos. Y reiteró que reducirá el déficit público, el tamaño del gobierno y buscará relacionarse con países más avanzados.