¡Síguenos!En medio de las montañas nayaritas hay una comunidad en la que sus habitantes se organizaron para ayudarse mutuamente. El camino hasta ahí está lleno de hierbas, piedras y plantíos. El recorrido se ve interrumpido por un arco que anuncia la llegada: “Bienvenidos al ejido de Pochotitán”.
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A 100 metros de la entrada del pueblo hay una gasolinera que no tiene solo un dueño, tiene mil 500. La única condición para ser socio es ser huichol y vivir en una de las 14 comunidades de la región. Los registros del negocio están en una oficina de cuatro por dos metros donde hay una computadora, un archivero y un ventilador. También hay una ventana de una sola vista, por donde los administradores vigilan la operación.
En esa zona de la sierra no hay señal de internet móvil, por lo que dependen de WhatsApp Web, la versión de la aplicación de mensajería para computadora. Antes estaban sujetos a que el viento no les interrumpiera la señal de internet inalámbrico, problema que pudieron resolver con cableado.
El sueño gasolinero comenzó en 2012, cuando seis representantes y algunas organizaciones civiles que apoyan a la comunidad, realizaron un censo entre los pobladores para saber cuáles eran sus mayores necesidades. Tras ver el resultado, concluyeron que la mejor forma de satisfacer las carencias era con los ingresos que podría dejar una gasolinera de Pemex. Sin embargo, el camino para abrir una estación no fue sencillo.
El profesor Mario de la Cruz, uno de los representantes de la comunidad, aseguró que lo más difícil fue cumplir con los requerimientos técnicos de Pemex. “Eso nos costó mucho trabajo y tomó mucho tiempo para que, precisamente, se hicieran estudios, trabajos y todo. Hasta que por fin se cumplió con las reglas de operación que nos pedían”, explicó.
Para iniciar la construcción de la gasolinera primero se tuvo que hacer el análisis de suelo, excavar para poder tener los almacenes de combustibles y comprar un generador eléctrico que asegurara el funcionamiento del negocio. La inversión fue de 11 millones 430 mil 600 pesos. El dinero se reunió gracias al ahorro de los pobladores, el apoyo de la Comisión Nacional Para el Desarrollo de Pueblos Indígenas (CDI) y préstamos que recibieron por parte de organizaciones civiles.
En la gasolinera hay una lona donde se ve lo que aportó cada uno: la delegación del CDI estatal les dio 5 millones 246 mil pesos en 2012, la comunidad ahorró 5 millones 234 mil pesos ese mismo año. Una segunda delegación del CDI dio 650 mil pesos en 2017, y la población consiguió 300 mil pesos más.
La gasolinera fue inaugurada el 10 de febrero. El proyecto, calculan, beneficiaría a 15 mil artesanos, pescadores y agricultores de la región. Es además la única gasolinera en 21 kilómetros a la redonda.
“Pocho”, como apodan al pueblo, es el refugio para muchas comunidades que viven en la sierra nayarita. En Semana Santa, huicholes de la región viajan a Huaynamota (a seis horas en coche y tres en lancha) para llevar a cabo diversas festividades. “Pocho” se encuentra a la mitad entre Tepic y Huaynamota, por lo que es un centro de abastecimiento importante para los viajeros.
Para la gente que vive a los alrededores también es vital. A una hora del poblado está la presa Aguamilpa, a la orilla del río Grande de Santiago, por lo que los pescadores la región bajan al ejido para reabastecerse de gasolina y víveres.
Para los locales, es un honor tener esta gasolinera. Los involucrados bromean (con mucha seguridad) que este es el único lugar del estado, y algunos dicen que del país, que da litros de a litro.
Además, presumen, siempre sonriendo, que el precio de la gasolina ahí siempre es más barato que en la capital del estado. Según ellos, así manejan la gasolinera: sin tranzas y siempre buscando la manera de ayudar a la comunidad.
El apoyo que han recibido no se ha limitado a instituciones federales. Cuando el actual gobernador del estado, Antonio Echeverría, se enteró del proyecto fue a visitar la gasolinera. Ahí les prometió que les iba a donar dos pipas de combustible, una de diésel y otra de Magna, para impulsar la venta del combustible en la comunidad.
Los habitantes reconocen que no creían que las pipas fueran a llegar, hasta que por fin un día las vieron entrar por la carretera. El profesor Mario juntó a varios de los habitantes para grabar un video que luego le enviaron el mandatario estatal.
La gasolinera no solo surte de combustible a los coches que pasan por ahí, también ha alimentado la ambición de los pobladores, que buscarán usar las ganancias del negocio para seguir impulsando el comercio dentro de la región.
Al preguntarles sobre si la reforma energética les ayudó de alguna manera a cumplir su sueño, su respuesta es contundente: “Nunca nos imaginamos todo lo que lleva poner una gasolinera. Hemos aprendido que tenemos derechos y obligaciones y las hemos aplicado. Desde tener todos los permisos en regla ante dependencias federales y estatales, así como pago de los impuestos al día. Y seguimos aprendiendo”.