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#REFLEXIONES | Los demonios de Irene Olea

La aplicación de la ley para impartir justicia es lo procedente.
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Los cimientos del ayuntamiento de Izúcar de Matamoros huelen a podrido.

Hilos de azufre corren por sus paredes.

La corrupción y la maldad los está carcomiendo.

Irene Olea Torres, se encargó de taladrarlos con su hedor y maldad al llegar a la presidencia municipal.

Trabajadores de mantenimiento no encuentran la forma de limpiar la soberbia, el lenguaje prosaico, las prácticas del robo y saqueo. No sirve el agua bendita para ahuyentar los espíritus de la perversidad y perversión, como tampoco daría resultado convocar a un exorcista que saque los demonios que carga Irene Olea.

¿En qué momento se echó a perder?

Quizá tuvo que ver el alcohol adulterado que consumía en su bar “Tributo a mi Tierra”.

Posiblemente la contagió el machismo de su esposo Antonio Guevara Palafox, ex secretario particular del que fuera titular de Educación, Melitón Morales Lozano.

A lo mejor cuando fue coordinadora de comunicación social 2002-2005 del gobierno de Melitón.

O al ser designada síndica municipal 2018-2021, para después brincar al relevo en la alcaldía con la bendición del mismo Meli, Meli, Meli, como le dicen sus amigos.

Al rendir protesta como la primera presidenta municipal de Izúcar de Matamoros, en lugar de hacer gala de cualidades, apegarse a los preceptos de Morena y alimentarse del deseo de convertirse en una servidora pública brillante, aceptó que los engendros del mal transformaran sus rasgos y su comportamiento.

Entonces surgió su verdadera personalidad, dando rienda suelta a su odio contra las mujeres. persiguiendo al colectivo feminista “Marea Púrpura”, ordenando atentar contra las periodistas Natalie N. y Michelle N., a las que ordenó secuestrar y torturar, originando una denuncia penal contra la edil, atrayendo el caso la Fiscalía General de la República mediante la Fiscalía Especial Para la Atención de Delitos Contra la Libertad de Expresión. En el caso están involucrados 12 funcionarios municipales, 5 policías y un juez calificador.

Vio en el manejo de presupuesto público la posibilidad de salir de pobre por lo que resta de su vida, creando una red de delincuentes que trabajaban en el ayuntamiento, la Universidad Tecnológica de Izúcar de Matamoros y la Coordinación de Desarrollo Educativo de la Secretaría de Educación Pública del Estado, arrasando con todo lo que encontraron.

Irene, la endemoniada, ha negado las acusaciones; sin embargo, es sabido que los funcionarios de su administración y los policías municipales nunca actuaban sin la orden de ella. Era la líder; tejió la red de enriquecimiento ilícito con recursos públicos.

Los caños de Izúcar fueron mudos testigos de que una “rata gigante” corría para escapar y no ser juzgada por los delitos de tortura, abuso de autoridad, traición a Morena, desconocimiento del cabildo, daño patrimonial por casi 18 millones de pesos y lo que se acumule, sobrecosto en la realización de obras, concesiones amañadas, moches, crisis de inseguridad que hoy sufren los ciudadanos.

Los ratoncitos que la siguieron en sus tropelías y la farsa son Javier Santiago Reyes, ex rector de la Universidad Tecnológica de Izúcar de Matamoros, depravado sexual desde que ocupó la secretaría de Bienestar Municipal, haciendo de las oficinas del DIF cuartos de motel; Rubén Suárez Salgado, ex secretario de Administración y Finanzas de la UTIZ, operador político y financiero, triangulaba el desvío de dinero y todavía, junto con su jefa, buscó la reelección; Antonio Guevara Palafox, el esposo que fraguó desconocer el liderazgo político de Melitón Lozano, asignó plazas docentes a sus amigos a cambio de mochada y hace 2 años se reincorporó a la coordinación de desarrollo educativo de la SEP, culminando su trinquetes asignándose una plaza como titular “C”, digna de su “alcurnia académica”.

POSDATA: La justicia es ciega, por eso se pierde y tarda en llegar, pero siempre llega.

Irene Olea tratará de esconderse hasta la extinción del delito. Lo que no piensa es que existen delitos graves que se persiguen de oficio.

Ningún lugar es suficiente para ocultar la maldad y la farsa.

POSDATA 2: Las personas a las que ordenó perseguir y violentar sin recato, no son las únicas ofendidas, es toda la comunidad de Izúcar de Matamoros la que fue engañada y atracada.

¡Justicia!, exigen los mixtecos.

POSDATA 3: Así como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, distingue a sus hijos predilectos por su trayectoria académica y logros profesionales, tiene todo el derecho de desconocer a los que torcieron el camino.
El olvido es poco.

La aplicación de la ley para impartir justicia es lo procedente.

Los demonios protegieron a Irene Olea; hoy, son su peor pesadilla.
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