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El suizo Roger Federer, siete veces campeón de Wimbledon, se clasificó para su undécima final en la hierba del emblemático torneo londinense gracias a su victoria este viernes en semifinales sobre el checo Tomas Berdych (15º del mundo) en tres sets, por 7-6 (7/4), 7-6 (7/4) y 6-4.
Federer, número 5 mundial, aspirará a un 19º título del Grand Slam, con lo que ampliaría su récord, y lo hará el domingo en la final contra el croata Marin Cilic (6º del ránking ATP), que este viernes eliminó en la primera semifinal al estadounidense Sam Querrey (28º) por 6-7 (6/8), 6-4, 7-6 (7/3) y 7-5.
En caso de ser campeón el domingo, Federer establecería además un récord de títulos en Wimbledon, rompiendo la igualdad a 7 que mantiene ahora en el palmarés con el estadounidense Pete Sampras y con el británico William Renshaw, un jugador de finales del siglo XIX.
Con Rafa Nadal, Andy Murray y Novak Djokovic fuera de las semifinales de Wimbledon este año, todas las miradas se dirigían hacia Federer, que ha quedado como gran favorito y que no continúa con paso firme, sin perder un set. Ahora está a un único paso de triunfar, cinco años después de su último título en el All England Club, en su jardín favorito.
Con casi 36 años (los cumplirá el 8 de agosto), Federer está viviendo un resurgir impresionante en 2017. Fue el gran protagonista de la primera parte del año, con sus títulos en el Abierto de Australia y en dos Masters 1000 (Indian Wells y Miami).
Luego se tomó un respiro apartándose de la temporada sobre tierra batida, Roland Garros incluido, y ha llegado "fresco", según cuenta, a este reto de Wimbledon.
En la pista central, se vio forzado a recurrir a su mejor nivel de juego, especialmente en momentos cruciales, en los dos 'tie-breaks'. Sus aceleraciones en el golpe de derecha y la solidez de su servicio marcaron la diferencia frente a la potencia del checo, finalista en 2010.
Este año, Berdych había puesto en apuros a Federer en los cuartos de final de Miami, donde el suizo tuvo que levantar dos bolas de partido para poder ganar.
Esta vez el checo no plantó tanta batalla, aunque no se rindió en ningún momento y obligó a Federer a esforzarse para lograr su billete.